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lunes, 17 de noviembre de 2014

Y de repente

Y de repente entras en mi cuarto.

Y de repente.

Y de repente.

Y de repente mi mundo gira como hace tiempo que no lo hacía. Yo que había dejado de calcularte, de mirarte, que había olvidado el color de tu voz... Mi imaginación se dispara y da justo en la diana de tu sujetador, que se desabrocha y me abre una ventana entre tus piernas. Aparca el amor a un lado, deja que nos atropelle la lujuria.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Alucinaciones

He tenido alucinaciones regadas de dormidina. Mis sueños y yo, una realidad perturbadora, como el timbre del portero a las cinco de la mañana en un día entre semana.

He olvidado a muchas personas de la Tierra, porque mi lugar siempre estuvo en Marte. Y he olvidado muchas tierras porque yo ... soy de agua.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Y ahora ¿qué?



Y yo que nunca he creído en el sexo de despedida, ni siquiera en un beso ni un abrazo; yo que soy radicial, que el adiós es el adiós y no incluye colchones de cariños. Yo, decido quedar contigo a tomar un café. Presentarte a mi pareja, conocer a la tuya. Tomarnos no un café, sino cuatro. Pasar del café a la cerveza. Y de repente lo noto, tu mirada está clavada en la mía como antes, como nunca. Y no puedo remediarlo, de nuevo nos convertimos en dos imanes con los polos opuestos entre sus piernas. Intento pensar qué está pasando, pero como un recipiente boca abajo, no me llega ni un ápice de sangre a donde tiene que llegar.

Reconozco esa mirada y no sé cómo no se para el tiempo ni cómo alrededor nadie se da cuenta de la sacudida. No importa nada, huimos de la muerte y de los interrogantes abiertos, de las oportunidades perdidas. Te levantas y te sigo, hipnotizada por la música de tus pasos. Te sigo, te sigo, te sigo. No importa nada. La puerta se cierra a tu paso, al abrirla me esperas, me empujas contra la pared y buceas debajo de mi camiseta con tus ojos en tus manos. Te sujeto por la nuca, tus labios se posan en los míos y noto tu lengua otra vez, en la mía, recorriendo mis labios. El epicentro del terremoto me convulsiona. Nos tomamos un momento para respirar y mirarnos a dos centímetros. Te ato las manos con las mías, las entrelazo, las sujeto para darles el permiso que no pides.

La pared está fría en contraste con el calor de mi piel, con la ropa enmarañada. Vamos directas al mismo lugar, donde las olas rompen contra el acantilado y dejan gotas de sal marina y excitación. En este momento, recuerdo que te amo. Que nada ha cambiado. Que somos otra vez tú y yo. Y ya no estoy perdida aunque haya extraviado mi sentido de la realidad. Realidad sobrevalorada. No es infidelidad, la infidelidad era todo lo demás.

Noto tu aliento en mi cuello, se acelera, como las palpitaciones de un nuevo corazón que te ha nacido en lo más recóndito de tu sexo. Lo noto crecer, tu sentimiento, el mío, punta de flecha que señala el camino. No pares, no me dejes parar. Llega conmigo y déjate caer sobre mí. Nos besamos, nos vacíamos y al abrir los ojos me encuentro con los tuyos, que me preguntan: Y ahora ¿qué? ...



domingo, 2 de febrero de 2014

Cinco


Y de repente estoy ahí. Tras tu espalda. No necesitas girarte para saberlo. No necesitas saber que es imposible. Lo es. Aún así, estoy ahí. Cuando te entra agua en los ojos en la ducha y sonríes sabiendo muy bien por qué. Cuando pasas por delante de ese Bar Restaurante, con mis iniciales. Cuando viajas en el tren, frente a ese señor que siempre lee libros de filosofía. Cuando tu viaje termina en el lugar donde me encontraste y tus ojos sobrevuelan las letras que escribo.

Mi recuerdo no se borra, ni con las lágrimas ni con la humedad de tu piel, a lo sumo destiñe, coloreando los días grises que vine a pintar de felicidad para ti y que dejamos a medio imaginar, como nuestra vida a medio vivir.

Mi sueño está prohibido por las leyes de la razón, esas que me resolverían como un problema sin solución.

Buceando a pulmón, me pregunto cuánto más aguantaré sin salir a respirarte.

"Días de verano, sueños que no pueden volver, nadie más que tú lo puede entender..."

lunes, 27 de enero de 2014

Cuatro



Este año se me olvidó pedir deseos cuando comía las uvas de Nochevieja. Y sí, digo deseos, en plural, pues yo siempre pido un deseo por cada uva, aunque a menudo algunos se repiten, no por despiste, sino por remarcar su importancia dentro del conjunto. Este año no, simplemente se me olvidó. Y eso no sé si significa que estoy básicamente satisfecha con mi actual vida, o por el contrario que simplemente he dejado de creer en pedir deseos.

Lo cierto es que me marqué un propósito de año nuevo que era empezar a hacer yoga. Siempre he querido hacerlo, no pilates, no. Yoga. El típico, el ancestral. Sé que hay muchos tipos de yoga y no sé exactamente cuál voy a empezar a hacer, pues he elegido de un modo pragmático, es decir, por el horario que más me convenía. Comienzo las clases la semana que viene. La profesora me ha citado media hora antes de la clase, para realizar una sesión de meditación iniciatoria. Espero que el novio de ChicaTren no tenga razón y no exista un componente religioso. De todas maneras, si así es y me convencen, será un milagro documentado.

A pesar de que va a haber oposición en mi comunidad, mi especialidad no ha salido, así pues tengo el curso más tranquilo desde hace mucho tiempo. Terminada la segunda carrera y obtenido el título de inglés que necesitaba,  me encuentro un poco perdida. Si lo hubiera sabido, me habría apuntado al máster en septiembre, pero a estas alturas ya es tarde para todo. Lo único que se me ocurre es desempolvar un par de artículos que andan por mis armarios e intentar publicarlos en pro de seguir acumulando méritos. Además de continuar con el siguiente nivel de inglés.

Todavía pueden salir plazas de mi especialidad en Madrid, pero lo veo poco probable. Quién sí que va a hacer la oposición es Flúor. Pobre, ella si hubiera podido habría deseado que no salieran, pero su especialidad es de las más numerosas, así que no nos coge por sorpresa. He de decir que tengo algo de envidia, aunque lo digo sólo aquí, pues si alguien me escuchase sería calificada de mentalmente perturbada. Mi papel ahora debe ser servicial y tranquilizador, aunque como ama de casa mal empiezo, el sábado quemé la comida.

martes, 14 de enero de 2014

Tres



Hace unos años estuve muy triste, como solo lo estamos aquellxs que sufrimos de una insoportable sensibilidad y perdemos los calcetines en el infierno, aunque estemos tocando el cielo con los dedos.

 Por las noches, tenía miedo a dormir. Más bien a despertar. Miedo a que por un tiempo se me olvidara el motivo de mi dolor y al abrir los ojos me golpeara nuevamente. Condenada a que me creciera el hígado por la noche y de nuevo los cuervos lo devoraran por el día, como a Prometeo. Aquellas noches encontré una forma de anestesiarme y en mi evasión nocturna, dejaba mi ordenador portátil encendido, que parecía velar mis sueños con su luz acogedora.

Un lustro más tarde mi portátil está viejo y enfermo. He tenido que encargar otro, aunque no puedo deshacerme de él, no puedo traicionarle de este modo. Él, que vino en mi mochila cuando tuve que formar un nuevo hogar en mi nueva vida. Y a pesar de que sea inútil, lucharé por sanarlo, aunque sus días pasen más livianos, relegado a tareas más sencillas. Después de todo, hace tiempo que se le ha permitido cerrar sus ojos cuando yo también cierro los míos. Es hora de que él disfrute su júbilo, por otra parte tan merecido.

Me acostumbraré. Es asombroso la capacidad humana de acostumbrarse a cualquier cambio y a echarlo también de menos, pues hasta el veneno se añora cuando el río ya no es el mismo. Intentas callar la añoranza, pero sabes la verdad aún cuando no la piensas, porque ella no entiende de palabras. Poco importan los malabares neuronales que haces para que no se cuele por debajo de tu puerta. Da igual. Esta ahí, esperándote, al otro lado, sonriendo como el dios que todo lo sabe. Con tu calcetín en la mano.

miércoles, 8 de enero de 2014

Dos


A veces echo de menos mi vida en la noria, que es como llamo yo a aquellos años en los que por segundos estás arriba y por segundos abajo. Los días en que verla cortaba la respiración y los besos eran de adrenalina y fresa. Las noches en las que nos separábamos sólo para poder reencontrarnos. Y sé que no es sano, ni cuerdo, ni deseable porque las drogas matan, aunque se echen de menos.

Es mejor. Levantarse sin restos de sal en la comisura de los labios, abrir los ojos sin que un temblor sacuda la máquina de latidos instantes después de que un pensamiento atraviese los dos lóbulos. Es mejor cenar viendo la televisión, fumar un cigarro al terminar mientras revisas el correo en el móvil y contestas a los whatsapp que han quedado en vilo. Abrazarse en el sofá mientras piensas lo que se te ha olvidado de la lista de la compra. Repartir fines de semana entre los suyos, los tuyos y los nuestros. Regalarse calcetines y no echar el pestillo en el baño. Es mejor no intentar adivinar qué estás pensando al otro lado de este barco.

¿Te has preguntado alguna vez si has vivido el amor de verdad? ¿Te has preguntado cuántas veces lo has dejado escapar? ¿Te has preguntado si es que no lo merecías? ¿Te has preguntado cuánto tiempo aguantarás sin preguntártelo? ¿Te has preguntado si te escribo a ti? ¿Te has preguntado si quieres que sea así?

domingo, 5 de enero de 2014

Empezando desde uno


Los romanos solían construir sus edificios importantes, como los templos, encima de los cimientos de otros antiguos y desaparecidos edificios. Creían que era una forma de atraer a la fortuna sobre la nueva construcción, aunque era difícil conseguir que a su vez la base estuviese llana...A pesar de ello, muchos de sus edificios aún se mantienen en pie, escondiendo en sus irregularidades un pasado aún más remoto.

Podía haber empezado a escribir en otro blog, con otra dirección, otro nick quizás... pero realmente no creo que sea posible, ni deseable, empezar de cero. Porque simplemente a veces no es posible, porque cuando algo o alguien tiene ya un recorrido de importante magnitud, no se puede borrar lo que ya se ha absorbido. Y yo soy mi antes, más que mi después, que todavía es no nato.

No sé si habré conseguido cambiar algunas de las disposiciones de la configuración como yo deseaba. Estoy algo oxidada en conocimientos de blogger, no obstante mi intención es deshabilitar los comentarios y las estadísticas de las visitas. No porque no me interese vuestra posible opinión, sino porque prefiero sentir la  sensación de estar hablando únicamente para mí, cosa que a lo mejor hago, pues no sé si realmente va a existir un "vosotrxs" que me lea. 

Estoy entrando en una etapa y creo que necesito, como tantos años he hecho, aferrarme a las palabras para comprender los pensamientos. Un camino que parece inverso a lo esperable, pero que a lxs que escribimos a menudo, se nos ha revelado como una vía de autoconocimiento y reflexión. Creo que estoy entrando en la etapa de la madurez y no sé si estoy preparada. Llega un momento en el que ya nos hemos comido la noche, hemos confundido la alegría con la felicidad y valoramos más un beso de buenos días que un cuerpo de buenas noches. Y no es fácil, sobre todo cuando se ha escogido,o nos ha tocado una forma de vida no convencional...

Hoy he tenido un sueño, creo que estaba en mi ciudad, aunque las calles eran imaginarias. Era primavera, o tal vez casi verano, pues aunque no hacía calor, los días eran más largos y nadie llevaba ropa de abrigo. No sé si trabajaba o estudiaba por las mañanas, sólo sé que por la tarde iba a un bar pequeño, rancio, de clientela mayor y fija, dónde me conocían y gastaba mis horas entretenídamente, aunque no sepa muy bien en qué. Vera se trasladaba a mi ciudad y encontraba un piso maravilloso, dentro de una especie de bloque de edificios cerrado, como un centro comercial, con jardines en su interior. Yo trataba de tener una relación más estrecha con ella, aunque sin demasiada intención, aunque ella estaba ocupada entre la mudanza y asuntos personales. Nos tomábamos algo en el pequeño bar y había alguien más con nosotras, antigua amiga en común, que no sé en realidad identificar, pues su imagen se ha borrado y sólo queda de ella mi sensación. Se marchaban y yo me quedaba haciendo esas cosas tan interesantes o no, pues no recuerdo. Al rato, Vera volvía buscándome, esperando que yo estuviera ahí y empezábamos a hablar. Acabábamos besándonos y al despertar tenía esa sensación que se tiene cuando se sueña así con alguien. Por supuesto sé que estos sueños nunca son lo que parecen, ni tienen gran importancia, pero son bonitos. Le he escrito a Vera en su facebook que he soñado con ella, sin entrar en detalles, era lo menos que podía hacer después de besarnos.


 
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